Cuando Alejandro Romero Figueroa inició sus estudios en los programas de Biología e Ingeniería Ambiental en la Universidad El Bosque, tal vez no imaginaba que, años después, su trabajo aportaría al conocimiento de la biodiversidad del país con la descripción de cuatro nuevas especies de peces. Su pasión por la ictiología y su compromiso con la ciencia lo llevaron a recorrer ríos en antiguas zonas de conflicto, analizar colecciones biológicas en museos de Colombia y Brasil, y estudiar cientos de especímenes hasta confirmar que la biodiversidad del país es aún más vasta de lo que se conocía.
Desde sus primeros años en la universidad, Alejandro tenía claro que quería ser científico investigador. A través de los Semilleros de Investigación, exploró diferentes áreas hasta descubrir su vocación por los ecosistemas acuáticos. Lideró el Semillero de Ictiología y Embriología, donde trabajó con colecciones vivas de peces e invertebrados acuáticos, lo que lo llevó a interesarse en la taxonomía y clasificación de especies. Más adelante, se desempeñó como curador auxiliar en el Museo de Ciencias de la Universidad El Bosque, donde dio sus primeros pasos en la identificación de especies.
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"Desde el inicio de mi carrera me di cuenta de que había un gran vacío en la taxonomía de los peces en Colombia y quise contribuir a llenarlo", explica el egresado.

Alejandro Romero Figueroa graduado de los programas de Biología e Ingeniería Ambiental en la Universidad El Bosque.
Junto con su mentor, el Ph. D. Tiago Carvalho, Alejandro desarrolló una investigación pionera sobre el género Phenacogaster, un grupo de peces de agua dulce perteneciente a la familia Characidae, ampliamente distribuido en Sudamérica, pero poco estudiado en Colombia. Lo que comenzó como un desafío académico se convirtió en un aporte invaluable para la ciencia: la caracterización y descripción de cuatro especies nunca antes registradas en la literatura científica.
"Estos peces estaban allí desde siempre, pero nadie los había identificado. Colombia tiene vacíos enormes en su conocimiento taxonómico, y ese desconocimiento impide su conservación", explica el egresado, quien actualmente continúa su carrera científica en el Centro Nacional de Investigación en Primates de la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos.
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Explorando lo desconocido: peces que cuentan historias de su territorio
El trabajo de este biólogo no solo representa un avance en la ciencia, sino también una contribución al conocimiento de la historia y riqueza natural de las regiones donde estas especies fueron encontradas. Gracias a la National Geographic Biodiversity Exploration Grant, el equipo de investigación tuvo acceso a territorios que hasta hace poco eran inexplorados debido al conflicto armado. Los ríos Caquetá, Inírida, Guaviare y Vaupés, que han sido testigos de décadas de historia, revelaron su biodiversidad única.
La identificación de estas especies fue un reto desde el inicio. Alejandro sabía que trabajar con Phenacogaster representaba un desafío taxonómico, ya que estos peces son abundantes en Colombia, pero su clasificación era incierta.

Zonas de colecta de A: P. yari, B. P. nukak, C. P. tukano y D. P. guayupe. Foto: Alex Urbano-Bonilla
"Menos del 10 % de las muestras del género estaban identificadas a nivel de especie, por lo que sabíamos que sería un reto taxonómico", señala el biólogo.
Gracias a esta exploración, Alejandro y su equipo revisaron más de 1.174 individuos de Phenacogaster, provenientes de 193 localidades distintas. Durante tres años de trabajo, analizaron y compararon especímenes en museos de Colombia y Brasil hasta lograr la descripción de cuatro especies completamente nuevas para la ciencia.
Cada una de ellas no solo se distingue por sus características biológicas, sino que también lleva en su nombre un reconocimiento a las comunidades que habitan los territorios donde fueron halladas:
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Phenacogaster yari

Foto: Tiago Carvalho
Un pez pequeño y vibrante, con aletas de colores intensos y una mancha humeral desplazada hacia atrás, característica poco común en el género. Habita en los afluentes del río Caquetá, una zona poco explorada pero con un altísimo potencial en biodiversidad. Su nombre rinde homenaje a los campesinos e indígenas de las sabanas del Yarí, un territorio golpeado por el conflicto armado pero que hoy emerge como un refugio natural.
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Phenacogaster nukak

Foto: Tiago Carvalho
De cuerpo alto y traslúcido, con una llamativa mancha triangular en el centro y una línea de escamas perforadas corta detrás de su cabeza. Fue encontrado en la cuenca alta del río Inírida, en la Amazonía colombiana. Su nombre reconoce a la comunidad Nukak Makú, el último pueblo nómada de Colombia, cuya existencia ha sido amenazada por la deforestación y el desplazamiento.
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Phenacogaster guayupe

Foto: Tiago Carvalho
Uno de los hallazgos más sorprendentes del estudio. En esta especie, las hembras presentan una gran mancha redonda en la cabeza, mientras que los machos desarrollan enormes ganchos óseos en la aleta dorsal, algo poco común en este grupo de peces. Fue hallado en la cuenca del río Ariari, en el departamento del Meta, y su nombre honra al pueblo Guayupe, una etnia extinta que habitó esta región.
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Phenacogaster tukano

Foto: Tiago Carvalho
Su cuerpo es bajo y alargado, con tonos rojizos en la aleta dorsal y una hilera de escamas perforadas que recorre todo su cuerpo. Vive en las cuencas de los ríos Vaupés y Guainía, y su nombre reconoce a la comunidad Tukano, guardianes históricos del Amazonas y su biodiversidad.
Un reto científico: taxonomía en un territorio inexplorado
La descripción de estas especies no fue sencilla. Alejandro recuerda que, al inicio del estudio, menos del 10 % de las muestras del género Phenacogaster en Colombia estaban identificadas a nivel de especie. La ausencia de una guía clara para diferenciar estos peces hizo que su clasificación requiriera un análisis exhaustivo de su morfología y distribución geográfica.
“Fue un trabajo de paciencia y mucha observación. En un principio encontramos seis posibles especies nuevas, pero tuvimos que hacer meses de análisis comparativos para estar seguros de que eran realmente cuatro”, señala.
Otro reto fue la falta de registros previos en estas regiones. Nunca antes se habían recogido muestras de peces en algunos de estos ríos, por lo que el equipo tenía poca información de referencia. Para avanzar, visitaron colecciones biológicas en museos de Bogotá, Ibagué, Villa de Leyva e, incluso Brasil, donde analizaron especímenes previamente catalogados.

Especies de Phenacogaster en Colombia. Foto: Alejandro Romero
Además, las comunidades locales jugaron un papel clave en la investigación. Alejandro reconoce que sin su apoyo, no habría sido posible acceder a estos territorios ni comprender la importancia de estos peces en sus ecosistemas.
“Estas especies no nos pertenecen a nosotros, sino a la gente que ha habitado estas tierras por siglos. La ciencia no debe apropiarse de estos hallazgos, sino compartirlos y usarlos para proteger lo que nos queda”, enfatiza.
Más allá de la ciencia: la urgencia de conservar nuestros ríos
El hallazgo de estas especies ocurre en un momento crucial. Colombia es el país con mayor diversidad de peces de agua dulce en el mundo, pero también enfrenta grandes amenazas ambientales, como la deforestación, la minería ilegal y la contaminación por mercurio.
"Cada año se describen nuevas especies en Colombia, y lo más importante es que estos descubrimientos pueden servir como insumo científico para la conservación. Mi esperanza es que estos datos sean tenidos en cuenta para la planificación ambiental del país y la delimitación de áreas protegidas", afirma Alejandro.
Gracias a su trabajo, ahora existe una clave taxonómica para identificar a los Phenacogaster en Colombia, lo que facilita futuras investigaciones y esfuerzos de conservación. Antes de su estudio, la mayoría de los registros de este género figuraban como Phenacogaster sp., sin una clasificación detallada. Su aporte ha permitido mejorar la comprensión de este grupo de peces en el país, contribuyendo al conocimiento de la ictiofauna colombiana.
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Pero la historia no termina aquí. Alejandro sigue en la búsqueda de más respuestas. Actualmente, colabora con la investigadora Andrea Thomaz en el análisis genético de Phenacogaster, con la hipótesis de que aún existen otras especies o poblaciones con procesos evolutivos diferenciados.
"Hasta hace poco, en Colombia solo conocíamos cuatro especies de Phenacogaster, pero ahora sabemos que hay diez. Imagínense lo que nos falta por descubrir en los 454 géneros de peces que tiene el país", concluye Alejandro.
Con su investigación, no sólo ha ampliado el conocimiento sobre la biodiversidad colombiana, sino que también ha dejado una huella en la comunidad científica. Su historia es un recordatorio de que aún queda mucho por explorar en nuestros ríos y que, con ciencia y compromiso, es posible descubrir y proteger lo que antes estaba oculto.