El liderazgo de las mujeres indígenas en la Sierra Nevada de Santa Marta ha sido históricamente un proceso de resistencia, resiliencia y transformación. A través de la historia, las luchas del pueblo Arhuaco fueron en su momento narradas principalmente desde una perspectiva masculina, lo que conllevó el poco reconocimiento de las mujeres en la defensa de su cultura, su territorio y su autonomía. Sin embargo, con el paso de los años, sus voces han emergido con fuerza, y hoy, su liderazgo trasciende los límites de la comunidad para resonar en espacios cosmopolitas donde se construyen nuevas formas de participación política y cultural.
Este es el eje central de la investigación “Kazanugwer: Liderazgos de mujeres Arhuacas de la Sierra Nevada de Santa Marta en espacios cosmopolitas”, realizada por Lizeth Katherine Pulido Ortega, magíster en Estudios Sociales y Culturales de la Universidad El Bosque. Su trabajo reconstruye, desde una mirada etnográfica y analítica, los caminos que han recorrido las mujeres arhuacas para hacerse visibles en escenarios de incidencia local, nacional e internacional.
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A partir de entrevistas con mujeres de la comunidad y el análisis de sus trayectorias, la autora plantea que el liderazgo de estas mujeres no es un fenómeno reciente ni aislado, sino el resultado de procesos históricos en los que la lucha por la autonomía y la defensa del territorio han sido fundamentales.
Desde la llegada de los colonos a la Sierra Nevada y la imposición de la Misión Capuchina a principios del siglo XX, el pueblo Arhuaco ha enfrentado un proceso de despojo que puso en riesgo su cultura y su forma de vida. Estas amenazas no solo provenían del exterior, sino que también generaron dinámicas internas de resistencia que, en muchos casos, fueron lideradas por mujeres.
Dionisia Alfaro, una de las primeras mujeres en asumir un rol de liderazgo en su comunidad, desafió el poder de la Misión Capuchina y junto con su hermano Bernardino luchó por la recuperación del territorio y la autonomía del pueblo Arhuaco. Décadas más tarde, Leonor Zalabata, actual embajadora de Colombia ante la ONU, continuó este legado, exigiendo el reconocimiento de los derechos de su pueblo en instancias nacionales e internacionales.

Imagen tomada de Freepik.
Para la investigadora, fue precisamente la historia de Dionisia Alfaro la que marcó un punto de inflexión en su interés por los liderazgos femeninos Arhuacos. “Cuando leí su autobiografía, comprendí la magnitud del liderazgo de una mujer Arhuaca y su impacto en la lucha de su comunidad”, señala.
De la misma manera, su interés se vio impulsado cuando escuchó a Ati Vivian Villafaña hablar sobre la crisis ambiental de la Sierra Nevada en la COP16: “Ese fue otro momento clave, escuchar su discurso en un espacio internacional me llevó a investigar más sobre el papel que han tenido las mujeres indígenas en la incidencia política y ambiental”.
Pero la lucha de estas mujeres no ha sido solo una confrontación política. En la cosmovisión Arhuaca, la protección del territorio no se separa de la preservación de la vida en todas sus formas. La defensa de la Línea Negra, ese sistema de puntos sagrados que conectan lo material con lo espiritual, es también la defensa de su derecho a existir como pueblo. La investigación enfatiza que el liderazgo de las mujeres arhuacas se enraíza en su relación con este territorio y su Ley de Origen, que no es solo un conjunto de normas, sino un principio que rige su existencia.
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A pesar de ello, la Ley de Origen también ha sido un punto de tensión en la construcción de estos liderazgos. “Si bien la Ley determina los roles, es importante mencionar que estos han sido interpretados con un sesgo patriarcal, lo que en algunos casos ha limitado la autonomía y participación de las mujeres en ciertas decisiones, esto hace parte justamente de su forma de entender su Ley”, explica Pulido Ortega. Sin embargo, también destaca que muchas mujeres han encontrado maneras de desafiar estas estructuras. “El hallazgo más significativo de estos liderazgos fue el irrumpir, interpelar, incomodar y cuestionar desde el ser una mujer Arhuaca”, señala en su investigación.

Ilustraciones de Paula Andrea Peláez.
A través de los años, esta voz femenina ha trascendido las montañas de la Sierra y ha encontrado eco en foros internacionales. Mujeres como Ati Vivian Villafaña y Daniela Balaguera han llevado las problemáticas sobre la crisis ambiental de la Sierra Nevada a espacios como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP16), donde el conocimiento ancestral se presenta no como una alternativa secundaria, sino como una respuesta urgente ante el colapso ambiental del planeta. Otras lideresas, como Alexandra Mestre, han asumido un rol de mediación entre los Mamos y los espacios de decisión política, garantizando que la voz de su pueblo no sea solo escuchada, sino también respetada.
Para la magíster, las mujeres jóvenes han sido claves en este proceso: “Observé que es más fácil impulsar liderazgos femeninos jóvenes en donde la maternidad no es restrictiva, justamente porque la Ley de Origen se interpreta de otra manera cuando se es madre”, explica. Además, destaca que estos liderazgos se manifiestan en diversos ámbitos: “Muchas han sabido usar su voz en el audiovisual, la política, el activismo ambiental, lo social y lo comunitario”.
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Ilustraciones de Paula Andrea Peláez.
En el tejido de su liderazgo, la Ley de Origen aparece como el hilo que da forma a su lucha. Para el pueblo Arhuaco, este principio no es una norma escrita, sino la esencia de su existencia, una conexión con el territorio que trasciende lo material y que encuentra en las mujeres su más firme protección. Ellas no solo defienden la tierra, sino como un organismo vivo que sostiene la armonía de su mundo.
En este sentido, su liderazgo no se reduce a la protesta ni a la confrontación, sino que se expresa en la transmisión del conocimiento, en la educación, en la siembra, en el tejido, en la palabra. Su resistencia es cotidiana, y su impacto se extiende más allá de las fronteras de su comunidad.
En este Día Internacional de la Mujer, reconocer el liderazgo de las mujeres arhuacas de la Sierra Nevada de Santa Marta es también reconocer que las luchas de las mujeres indígenas han sido históricamente silenciadas. No se trata solo de visibilizarlas, sino de entender que su resistencia no es una batalla individual, sino una estrategia colectiva para la preservación de su pueblo y su cultura.