Las ruinas de una escuela pueden convertirse en un testimonio vivo del paso del tiempo y de las historias que allí quedaron suspendidas. Aulas sin techo, pupitres rotos y muros sobre los que la naturaleza ha dejado su huella. Es esta realidad la que el artista plástico Gabriel Hernández Serrato, egresado de la Universidad El Bosque, expone en Nadie aquí, una instalación inmersiva y fotográfica que se exhibe en Vértigo Contemporary hasta el 13 de marzo. A través de imágenes de gran formato y una instalación con objetos reales rescatados de un colegio en ruinas, convierte el arte en un ejercicio de memoria y resistencia.
La exposición parte de un hecho real: la tragedia ocurrida en Útica, Cundinamarca, en 2011, cuando una avalancha arrasó con la única escuela del municipio y dejó en la incertidumbre a toda una comunidad. El colegio Manuel Murillo Toro, que debía ser reconstruido, quedó sumido en el deterioro y la transformación natural del paisaje. A más de una década del desastre, el artista —quien tiene raíces familiares en Útica— decidió documentar el estado actual de este lugar a través de la fotografía, capturando su transformación como símbolo de la fragilidad de la memoria colectiva.
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El nombre de la exposición proviene de un grafiti encontrado en una de las paredes del colegio: Nadie aquí. Dos palabras que encapsulan el vacío del lugar y, al mismo tiempo, una pregunta abierta sobre la manera en que recordamos o ignoramos estos espacios.
"Nadie aquí reconstruyó, nadie aquí asumió la responsabilidad. Pero también es un mensaje para nosotros: ¿realmente nadie aquí se preocupa? ¿Vamos a seguir ignorando esto?", reflexiona el artista.

Foto: Gabriel Hernández Serrato
Más que una muestra estética, porque es una exposición artística en esencia, Nadie aquí es también una reflexión sobre el paso del tiempo y el impacto de la historia en los espacios. Ambas dimensiones se entrelazan: el lenguaje visual no solo retrata la ruina, sino que la convierte en un testimonio de una realidad latente.
"Los niños reciben clases en condiciones infrahumanas, en medio del conflicto, en escuelas sin techo o sin agua potable. Si esto sucede en un pueblo que está a solo dos horas y media de Bogotá, ¿qué podemos esperar de las regiones más olvidadas del país?", señala.
En este contexto, el artista también plantea la necesidad de conservar los espacios en ruinas como parte de la memoria histórica. "En otros países, las tragedias se recuerdan a través de monumentos y sitios de memoria, como Hiroshima o los campos de concentración en Alemania. En Colombia, en cambio, lo que hacemos es demoler y olvidar", señala. "Si destruimos esta escuela, destruimos también la oportunidad de aprender de lo que pasó. Es hora de repensar nuestra relación con la memoria".
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La exposición va más allá de la fotografía. En Vértigo Contemporary, Hernández Serrato y el curador Camilo Fidel López han creado un ambiente que transporta al visitante al espacio abandonado: los pisos de la galería están cubiertos con hojas secas traídas directamente de Útica, los pupitres rotos fueron rescatados de la escuela y los sonidos del viento y la humedad recrean la sensación de estar en un aula vacía. Todo esto convierte la muestra en una experiencia sensorial e inmersiva, donde el espectador no solo observa la historia de un lugar, sino que la siente.
Uno de los elementos más impactantes de la instalación es un pupitre colgado de una rama de árbol, suspendido en el aire como si estuviera detenido en el tiempo. Esta imagen sugiere la transformación del espacio y la manera en que la naturaleza ha reclamado lo que antes era un aula. A través de este recurso visual, el artista busca resaltar cómo el entorno ha cambiado con el paso de los años, reflejando la forma en que los espacios abandonados se reconfiguran y adquieren nuevos significados.

Foto: Gabriel Hernández Serrato
Desde su inauguración, la exposición ha generado reacciones emocionales en el público. Visitantes han expresado conmoción, algunos han llorado frente a las imágenes y muchos han encontrado en la muestra una representación de realidades que persisten en distintas comunidades. Pero Nadie aquí no se queda solo en la evocación de la memoria; busca abrir el diálogo, a través de talleres y visitas guiadas en los que el artista conversa con estudiantes, docentes y ciudadanos sobre la importancia de recordar, preservar y cuestionar el impacto del paso del tiempo en los espacios de enseñanza.
La exposición Nadie aquí estará abierta en Vértigo Contemporary hasta el 13 de marzo y es una invitación a recordar, a cuestionar y a preservar la historia que se esconde en los espacios que han quedado en el olvido. A través del arte, el artista nos recuerda que, más allá de una tragedia, lo que permanece es la historia que decidimos contar.